Galería Ehrhardt Flórez

Exposiciones

  • André Butzer

André Butzer

27/02/2021 - 24/04/2021
André Butzer (2021), vista general.
André Butzer (2021), vista general.
André Butzer (2021), vista general.
André Butzer (2021), vista general.
André Butzer (2021), vista general.
André Butzer (2021), vista general.
André Butzer (2021), vista general.
André Butzer (2021), vista general.
André Butzer (2021), vista general.
André Butzer (2021), vista general.

Desde hace décadas la pintura de André Butzer (Stuttgart, 1973) ha transitado diferentes caminos, y a día de hoy, ya con cierta perspectiva, podríamos ordenarla en periodos, tipos o series, pero pese a su disparidad, toda confluye en un solo y mismo lugar.

Sus primeras pinturas reunidas bajo el título de Expresionismo-Ciencia Ficción, que perfilan sus intereses por la cultura de masas y los anuncios publicitarios; las pinturas que plantean el lienzo como espacio entre el universo y la tierra; sus posteriores trabajos más cercanos a una abstracción a veces más opaca y otras más transparente y finalmente sus N-Paintings, en las que los cuadros van cubriéndose de negro paulatinamente en una manifestación de absoluta negatividad o término y desenlace de todas las imágenes pintadas hasta ese momento, obedecen a la auténtica intención de toda pintura. Todos los cuadros que Butzer ha ido pintando a lo largo de los últimos 25 años, y considerando su verdad, nos dirigen hacia una idea de la pintura como un todo indivisible; una pintura concebida como aquello que sucedió y como aquello que aún está por venir; una pintura como conclusión y como fuente, y cuyas orientaciones convergen en lo que para el pintor es trascendental: las proporciones y las relaciones entre colores y planos y la existencia.

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La concepción de Butzer acerca de los elementos de la naturaleza y su representación en la pintura, que en ocasiones responden a su propia imaginación, son alegorías sobre la poesía y el arte del hombre.
Alejada de una lógica estructuralista o del racionalismo moderno, la visión y la poética, entendidos como los principios del arte (sus motivos más puros, la búsqueda de una forma concreta, de una composición o de un tema), se antoja irrelevante frente a una fuerza mayor, espiritual. En palabras del propio Butzer, las imágenes evolucionan, se legitiman y recorren juntas un camino.
Un camino en el que se encuentran Giotto, Rembrandt, Cézanne, Munch, Mondrian, Matisse o Walt Disney pero en el que se ponen reparos a una historia más reciente de la pintura y la política, de un tiempo del que Butzer dice no sentirse parte.
Sus diferentes aproximaciones desde el color, lo compositivo o el tema persiguen la misma verdad pictórica, una incesante búsqueda para descubrir el lugar de la pintura y su esencia, encarnada en el umbral.

Así, tanto los personajes de su pintura, los retratos de mujeres o las abstracciones de líneas y masas de color, cuadros que forman parte de esta cuarta exposición de Butzer en la Galería Heinrich Ehrhardt, plantean los límites pictóricos y un umbral desde el cual, a través de las llamadas N-Paintings (pinturas negras), tuvo que retornar. Y en ese retorno, y gracias a una experiencia pictórica en ese umbral, en el que apariciones cegadoras de luz reflejan una idea total de la pintura, la vuelta a otros temas, a una abstracción de colores, o a personajes femeninos que ocupan sus cuadros, adquiere un sentido verdadero.

Esta exposición, formada por tres nuevas pinturas y una selección de siete dibujos sobre papel, muestra por primera vez un cuerpo de trabajo inédito en la pintura de Butzer. El retrato de una mujer que da cobijo y recoge, frente a la inmensidad del universo planteado en las nuevas composiciones abstractas en las que líneas y cables interfieren y son cubiertos por extrañas masas encarnadas. Así, los retratos no se prestan a una representación concreta. Eso sería lo de menos; la universalidad de esa imagen trata sobre la historia de la pintura y por tanto, según Butzer, sería la encarnación de esta. Otra vez ese encuentro perdido entre el cielo y la tierra, que podría ser también la propia identidad femenina del pintor, una teoría sobre el color y una virgen.

Un asunto esencial sería también la pincelada y la materialidad de la pintura en relación con su idea general. En relación con esto, la figura de Cézanne emerge como una referencia necesaria. Tal y como asumieron muchos de los críticos de la época había algo desconcertante en la pintura de Cézanne y debía de superarse cierta resistencia “para alcanzar la radical extrañeza del estilo cézanniano”. En esa conjunción de la pincelada fragmentada, inacabada a veces, también en Butzer, y la vista panorámica del conjunto se emprende una conquista de la belleza y la armonía, de aquella que surgía de la intensidad cézanniana al margen de cierto inacabamiento en sus obras.

Para Butzer la pintura es refugio y alumbramiento; es existencia y muerte; la historia del hombre y el relato de lo espiritual frente a la cultura del espectáculo. Un reflejo de las ansiedades del mundo y de la crisis de la modernidad; las figuras de la vergüenza pero también de la alegría. Y tal y como se sostenía de Cézanne, el arte de Butzer es el de la vida, ese que recrea lo que irremediablemente está en perpetua transformación.

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