Galería Ehrhardt Flórez

Exposiciones

  • Julia Spínola

v.

12/09/2019 - 04/11/2019
Julia Spínola, V. (2019), vista general.
Julia Spínola, V. (2019), vista general.
Julia Spínola, V. (2019), vista general.
Julia Spínola, V. (2019), detalle.
Julia Spínola, V. (2019), detalle.
Julia Spínola, V. (2019), vista general.

Sentarse y contemplar el paisaje. Recorrer el litoral con los ojos pretendiendo llegar más allá de lo que permite la vista. Al dibujar la costa con la mirada los obstáculos geográficos desaparecen. Es un viaje largo que no tiene pérdida; se trata de seguir y seguir hasta volver. Un color lo recubre todo. Pueblos, países y continentes vuelven y nos rodean. Es un paisaje poco romántico, nada sublime. Los pies en la tierra y una mirada que nunca se pierde; la costa nos acompaña y nos sostiene. La luz choca y rebota sólida; no consigue disolver el conjunto en una masa irreconocible que invite demasiado a la imaginación. La costa es un primer horizonte que rompe la continuidad del siguiente.

Enfrente, el mar, y justo detrás, la montaña. El verde es gris y el marrón es azulado. Debajo las casas blancas, algunas venidas a menos y otras venidas a más, se perfilan como bloques geométricos que estructuran el paisaje. Hay más árboles de los que uno pudiese creer. Sopla el viento y se mueven todos al mismo tiempo en un ritmo frenético pero perfecto. Sincopado, con determinación hacia un lado y con suavidad retornando hacia el otro. No se oye ni un murmullo. Tan solo el mar y el viento que se confunden entre sí.

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Se ven pocas luces. Luces que actúan como faros. Los que marcan el camino por la costa y los que lo puntúan hacia el interior más oscuro. Las casas se erigen sobre las rocas. Caminando encontramos elementos arquitectónicos y ornamentales repetidos. Parece que marcan de alguna manera el camino a seguir. En cuanto ves uno, ves el resto. Y así se configura una visión muy definida e insistente del paisaje y del trayecto. Una insistencia ligera. Una esquina incierta. Le veo y le dejo de ver; con un bocadillo aún a medias se pierde en la distancia. El melocotón sigue ahí, mordido y en equilibrio.

El amanecer está ahí. Mucho más lejos el paisaje se define aún más.
De cerca es escarpado y de lejos un recorte negro contra el cielo o el mar plano.
Los campos de vides y de olivos son parecidos de lejos y de cerca.
Las formas de las hojas se olvidan. Las piedras se recuerdan. Interior confuso y contorno preciso.

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